Una respuesta a Nicolás Kasanzew
Por Juan Terranova
Siento una genuina admiración por Nicolás Kasansew. Para mi generación, que creció en los años 90, las posibilidades de acceder a la Causa Malvinas eran limitadas. Durante la última década del siglo XX cayó sobre la guerra un velo pesado y opaco que solo nos permitía intuir siluetas. No existía énfasis sobre el Atlántico Sur. La disolución del bloque soviético y los acuerdos de Madrid marcaron la década. En Buenos Aires, los únicos que sostenían esa bandera, sin modificar su dolor ni su reclamo, eran el heavy metal y Kasansew. Por supuesto, muchos actores daban su testimonio. Pero si mi generación — la famosa generación X — se pudo malvinizar fue porque encontró una relación directa entre Hundan al Belgrano y Kurt Cobain. Y Kasansew siempre estaba ahí. Sus libros, sus fotos, su palabra, un poco más tarde sus apariciones en la tele. Tanta es su identificación con la causa que se puede trazar un paralelismo entre su vida y el destino de Malvinas. La guerra en su euforia y disforia, los equívocos de la posguerra, la proscripción oscura de los años 80, su lucha contra la resignación. Siendo yo un hombre de letras, me genera alegría su coraje y entiendo lo fundamental de su trabajo como corresponsal en las islas y la triste sorpresa de los años inmediatos al final de la guerra, cuando su profesionalismo fue desmerecido por personajes olvidables. Nicolás Kasansew es central en la historia central de Malvinas para nuestro país. Nadie puede negarlo o relativizarlo. Por todo esto es que me incomoda verlo en un rol que no le queda.
Hace poco circuló por YouTube un video en que, sin causa ni explicación, Kasansew entrevista al soldado conscripto Marcos Augusto Giménez, del Grupo de Artillería Aerotransportado 4, y juntos atacan al conscripto Edgardo Esteban. Durante el video, Kasansew dice que no van a juzgar a Esteban pero, en realidad, no hace otra cosa. Enseguida se lo señala como responsable de la muerte de un compañero, el soldado Vallejo, episodio que Edgardo Esteban explicó con claridad en su libro Iluminados por el fuego y que, incluso a partir de la entrevista, se comprende como una situación trágica dentro de un escenario bélico complejo. Es forzado y grosero repartir culpas de esa manera.
Al mismo tiempo se percibe algo feo en la breve entrevista, algo innecesario, algo que no se entiende. ¿Por qué, después de más de cuarenta años, salen a decir esas cosas? ¿Es verdad lo que cuentan? Como historiador de la guerra de Malvinas, no me consta. Y me deja perplejo la prepotencia con la que se trata de cobarde a un camarada de armas, cuando, en realidad, lo que hay es una diferencia ideológica. Esto está mal. Durante toda la entrevista, se recurre de forma primitiva a una falacia ad hominem que no se sostiene. Si tienen diferencias políticas con Esteban, Kasansew y Giménez deberían explicarlas. Si no les gustó el libro Iluminados por el fuego, deberían exponer sus ideas. Si no les gustó la película Iluminados por el fuego, deberían decir por qué. Ensuciar a un veterano solo afecta a los que lo ensucian. Los combatientes y los historiadores compartimos una responsabilidad con respecto a la guerra. En lo referente a Malvinas es nuestro deber ser afirmativos. No hay que olvidar que el enemigo del 82 todavía usurpa, opera y acecha.
Edgardo Esteban es, en la actualidad, el director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico, lugar donde yo trabajo desde mucho antes, casi desde sus inicios. Fue y es un excelente director. Kasansew señala que, en nuestro museo, se dice que los pilotos que volaban los aviones en Malvinas eran los mismos que realizaron los vuelos de la muerte. Esto simplemente es mentira. En el museo, todos trabajamos mucho para que la historia general de Malvinas, no solo la guerra, sea conocida, divulgada y se presente libre de equívocos. ¿Por qué esa mentira? En el segundo piso de nuestro museo se proyecta en continuado, desde que el museo abrió sus puertas en el año 2014, una breve película donde se cuenta y celebra la bravura y capacidad de nuestros pilotos durante la guerra. Para el Museo Malvinas todos los veteranos, combatientes y ex combatientes son héroes y por eso el museo es su casa. Esto no quiere decir que el museo sea perfecto, que no le falten piezas, que esté completo. Malvinas se mueve y todos los días trabajamos para hacer un museo mejor y para que nuestra causa nacional se conozca. Insisto, el museo no es perfecto y los que lo hacemos podemos equivocarnos. Pero ¿por qué mentir? Donde no tengo dudas es que mi corazón está con los héroes de Malvinas, los que no pudieron volver y los que sí volvieron y nos cuenta una historia dramática pero a la vez fundamental de nuestra existencia como nación. Honremos juntos esa memoria.///